Ana tiene que irse a la cama… ¡pero no quiere ir sin su querido elefante!
El papá enseguida se da cuenta de que no es fácil acostar a un elefante. Si un elefante tiene sed antes de irse a dormir, ¡se bebe una bañera entera! Y para lavar sus enormes colmillos no basta con un cepillo de dientes. ¿Y qué pasa si el elefante tiene caca?…
Una simpática y alegre oda a las tácticas dilatorias de todos aquellos niños que siempre tienen excusas geniales para posponer el momento de ir a la cama; y a sus papás, que con paciencia y ternura saben encaminar la desbordante imaginación de sus hijos para que tengan unos dulces sueños.
A la hora de ir a dormir, los pequeños más remolones tiran de imaginación para inventar excusas surrealistas y, a menudo, desternillantes con las que evitar que se acabe el día. Armado de paciencia, el papá de la protagonista asume que debe cuidar a su amigo elefante como si fuese su propio hijo, y por tanto cumplir a rajatabla una serie de rituales y pasos que permitirán conseguir el objetivo final. El candor de las ilustraciones, que representan escenas cotidianas en cualquier familia con niños, y las expresivas tonalidades elegidas por la autora para captar la dulzura del relato, ensalzan la imaginación desbordante que desarrollamos en la infancia y homenajea aquellos inolvidables amigos invisibles, una fantasía normal en los niños de entre 2 y 7 años (Fuente: Canal lector)
Editorial: Juventud
Formato: Tapa dura
Páginas: 32