«¡Cómetelo todo!» tiene que escuchar por enésima vez ante el plato de lentejas plantado delante de él en la mesa. De nada sirven sus negativas: «¡No me gusta! ¡No tengo hambre! ¡No puedo más!». Pero esta vez decide hacerles caso y, literalmente, comérselo TODO.
A los peques les gusta tomar al pie de la letra a los mayores para llevarles la contraria o dejarlos en evidencia. Dejar volar la imaginación ante la inequívoca orden del «¡Cómetelo todo!» es una manera de abordar con humor e ironía esta fuente de eternos y repetidos conflictos.
Un cuento sobre la eterna batalla de la comida, y la necesidad de medir mejor nuestras
palabras y, sobre todo, nuestras órdenes.
Las coloridas ilustraciones nos acompañan por un viaje imaginario donde el personaje se va comiendo todo lo que pilla a su paso, desde los cubiertos y la nevera, a las casas y los planetas. Los marcas de los mordiscos de cada escena permiten un juego de búsqueda y descubrimiento de los lugares visitados por nuestro niño hambriento.
A los peques les gusta tomar al pie de la letra a los mayores para llevarles la contraria o dejarlos en evidencia. Dejar volar la imaginación ante la inequívoca orden del «¡Cómetelo todo!» es una manera de abordar con humor e ironía esta fuente de eternos y repetidos conflictos.
Un cuento sobre la eterna batalla de la comida, y la necesidad de medir mejor nuestras
palabras y, sobre todo, nuestras órdenes.
Las coloridas ilustraciones nos acompañan por un viaje imaginario donde el personaje se va comiendo todo lo que pilla a su paso, desde los cubiertos y la nevera, a las casas y los planetas. Los marcas de los mordiscos de cada escena permiten un juego de búsqueda y descubrimiento de los lugares visitados por nuestro niño hambriento.