Érase dos veces una marioneta llamada Pinocho. Un Pinocho al que, en esta ocasión, no le crecerá la nariz y aprenderá a tomar sus propias decisiones. La nariz que crece en este cuento no es la de Pinocho, sino la de los adultos que le rodean, empezando por el hada y terminando por su padre Giuseppe. Una reflexión sobre las mentiras, la obediencia ciega y la necesidad de de educar a nuestros peques en la auto responsabilidad. Porque seguro que nosotros mentimos mucho más a nuestros hijos de lo que ellos nos mienten a nosotros.