En una ocasión, la madre del pequeño pingüino se puso furiosa y le gritó terriblemente. Después se arrepintió y dijo: “¡Perdón!”
Una hermosa oportunidad para sincerarnos con los hijos, es cierto que a veces nos exaltamos más de la cuenta, que podemos asustarlos mucho, que también nos cansamos y que si no está bien reaccionar así ellos siempre pero siempre deben saber que los amamos por sobre todas las cosas.
Editorial: Lóguez.


